MIRROED



ESP


“Mirrored” parte del análisis del concepto de mirror video, un formato ampliamente utilizado dentro de la industria del K-Pop (música popular surcoreana), que consiste en vídeos diseñados para facilitar que los fans imiten las coreografías de sus idols. Estas versiones especulares permiten que los seguidores ensayen paso a paso los movimientos exactos de sus ídolos, reforzando así una lógica de duplicación e identificación, en la que el cuerpo del fan busca convertirse en una extensión —o reflejo literal— del artista al que admira.

Este fenómeno ocurre en un entorno profundamente codificado, donde la industria musical surcoreana no solo produce canciones, sino que construye estéticamente cada detalle visual de sus grupos: vestuario, maquillaje, estilismo, peinados, gestos y expresiones. Todo ello configura una imagen perfectamente diseñada para ser reproducida, consumida y, sobre todo, imitada. Cada mes debutan en Corea del Sur una media de seis nuevas bandas, compuestas por entre tres y quince jóvenes que han atravesado procesos de selección, entrenamiento intensivo, y en muchos casos, cirugías estéticas. Muchos de ellos entran en contratos de trabajo extremadamente restrictivos y opacos, ampliamente criticados por sus condiciones de explotación.

“Mirrored” es una videoperformance que interviene este mecanismo. En lugar de replicar fielmente una coreografía ya existente, la pieza toma fragmentos de distintas rutinas de girlbands, para desmontarlas y recomponerlas en un nuevo baile: más híbrido, más desestructurado, más imprevisible. A través de esta fragmentación, se diluyen los estereotipos de género que suelen estar implícitos en las coreografías femeninas de K-Pop —donde la sensualidad y la sumisión son claves estéticas recurrentes—, buscando otras formas de moverse, otras formas de mirar y ser mirado.

El vídeo, deliberadamente desprovisto de música, registra solamente el sonido ambiente del cuerpo en movimiento. La cámara actúa como espejo, pero no como reflejo de una imagen que deba ser imitada, sino como superficie distorsionante que permite nuevas posibilidades de identidad y expresión. En esta pieza, la idea de mirror ya no reproduce ni copia, sino que propone: una forma alternativa de bailar, de verse y de construir el cuerpo propio.



ENG


“Mirrored” stems from the analysis of the mirror video concept, a widely used format within the K-Pop industry (South Korean popular music). These videos are specifically designed to help fans imitate the choreographies of their idols. By presenting a mirrored version of the original dance, they enable viewers to practice each movement step by step, reinforcing a culture of duplication and identification, where the fan’s body becomes an extension—or literal reflection—of the performer they admire.

This phenomenon exists within a highly codified environment, where the K-Pop industry doesn't merely produce songs, but also constructs every visual detail of its groups: clothing, makeup, styling, hairstyles, gestures, and facial expressions. The result is a meticulously curated image that is intended to be consumed, reproduced, and above all, imitated. In South Korea, an average of six new bands debut each month, often consisting of 3 to 15 young members who have undergone intense training, selection processes, and in many cases, cosmetic surgery. These artists often sign restrictive, exploitative contracts, working under conditions that have been heavily criticized for bordering on modern slavery.

“Mirrored” intervenes in this mechanism. Instead of faithfully replicating an existing choreography, the piece takes fragments from various girlband routines and reassembles them into a new dance: more hybrid, more fragmented, more unpredictable. Through this recomposition, the piece disrupts the rigid gender stereotypes often embedded in K-Pop girl group choreographies—where female performers are frequently portrayed as graceful, submissive, and hyper-sexualized. Mirrored seeks alternative ways of moving, of being seen, and of seeing oneself.

The video, deliberately stripped of music, records only ambient sound—the raw presence of the moving body. The camera functions as a mirror, but not one meant to be copied. Instead, it becomes a distorting surface that opens up space for new possibilities of identity and expression. In this piece, the concept of mirror no longer reproduces or imitates—it proposes: another way to dance, to observe, and to build one’s own body.