Fuera de Juego, el fracaso como posibilidad





Accidentadamente avanza con el balón un joven a lo largo de la berlinesa avenida Karl-Marx-Allee. En la camiseta de la selección española que viste, luce impreso el nombre de D. Crespo, un guiño para todos los que aún sueñan con ser llamados algún día por el seleccionador nacional. Pero ni mucho talento, ni tampoco un gran interés, muestra el protagonista de la escena en su toque de balón, no obstante, continúa su avance por la imponente avenida que, con sus excesivos 90 metros de ancho, hace sentir el hielo en sus proporciones agigantadas. Y este es el escenario diseñado para la odisea, la de un inhábil jugador de fútbol que se ha marcado como objetivo recorrer la inmensa y gélida Karl-Marx-Allee hasta su desembocadura en Alexanderplatz, órgano neurálgico de la capital alemana. ¿Pero qué pretende con esta gesta? Pues no juega ni animoso ni regocijado, avanza por una calle que lo reduce a lo minúsculo, con un frío que aturde y un toque de Buster Keaton abrumado en su intento de boxeo. La respuesta, sin embargo, no es tan compleja: D. Crespo traiciona lo habitual donde el domesticado ojo se reconforta.

El vídeo con el título Nº24 es uno de los trabajos resultantes de la estancia artística en Berlín del artista David Crespo, que se exponen actualmente en el Addaya, Centre d'art Contemporani. Rozando el absurdo y de la mano de lo lúdico, Crespo hace hablar a sus obras a través de los juegos y deportes a los que dedicamos el tiempo libre. En el punto de partida de su creación están los elementos, situaciones y reglas normalizadas de estos juegos, sobre los que explora “manipulaciones” posibles. Todo un laboratorio con material lúdico, pues se dan la fusión de diferentes juegos y reglas, canchas, campos y tableros, nacimientos de nuevos juegos o se incita a los mismos participantes a constituir nuevas normas. Por lo que la probabilidad del fracaso queda entonces inexorablemente llamada a participar como un jugador más. Rara vez pueden jugarse estos juegos no prefabricados, llenos de interrogantes, que no hacen sino cuestionar a sus propios participantes, y en los que la imposibilidad termina imponiéndose, como árbitro de un fuera de juego permanente.
La incongruencia repentinamente percibida entre un concepto y el objeto real era para Schopenhauer la causante de la risa. Pues bien, podría afirmarse sin miedo a equivocarse que él, al hablar de esto, no estaba pensando en un futbolín carente de las figuras, en cuya superficie, por donde deberían rodar las bolas, se ha plantado un pequeño jardín que alberga las líneas demarcadoras de un campo de fútbol en miniatura, ambientado desde sus córneres con Techno-Minimal en buena frecuencia, terreno además sobre el que se nos propone jugar Awalé (Fußballplatz). No, muy probablemente no tenía esta imagen en mente pero estos elementos “desnormalizados” creando un nuevo orden ilustran magistralmente aquella definición de la hilaridad, causada por la incongruencia.

Cuando Crespo recurre a emblemas del ocio berlinés, jardines urbanos, música, fiesta y fútbol y los hace colapsar bajo la imposibilidad de desarrollar un juego, el espectador y/o participante, conocedor solo de lo esperable por ser lo establecido, observa entre atónito y divertido el fracaso y se ve cuestionado por una reflexión propia sobre el juego y lo lúdico en sí. ¿En qué se basa exactamente? ¿cómo funciona? ¿qué se presupone y qué se asume? ¿cuál es el margen de variación, de intervención? Las líneas que escinden vida y arte se van difuminando. ¿Cuánto hay de domesticidad en la vida?

El fracaso como posibilidad fue uno de los eslóganes principales del partido berlinés creado como proyecto artístico, Chance 2000, con el que Christoph Schlingensief se presentaba a las elecciones generales de 1998, desafiando con ello las fronteras entre vida y arte. Cuando Crespo en sus trabajos lleva algo a la imposibilidad, al fracaso del jugar, es por someterlo a un esfuerzo de recombinación y manipulación, consigue una toma de conciencia de las posibilidades del cambio. Estos “experimentos” provocan el cuestionamiento de las reglas concebidas como inamovibles y abren por tanto la puerta a la posibilidad.

Todo esto está presente en Nº24. La contradictoria y absurda imagen del español aficionado consigue con su tono entre melancólico y jocoso que nos asalte la pregunta de por qué. El protagonista es retrato de tantos jóvenes españoles que llegan con esperanzas de futuro y seducidos por el dinamismo y la cultura del ocio con que Berlín se presenta, pero que afrontan una dura lucha contra lo hostil y lo precario. Se convierte pues casi en un reto difícil de sostener para muchos: disfrutar del ofrecido, fomentado y obligado ocio cuando también el frío y el gris de los desoladores “momentos Karl-Marx-Allee” esperan acechantes e ineludibles.


Georg Zolchow